Encontrar una razón que no te permita olvidarme y encontrar un motivo que me recuerde que tú aún no has podido. Yo tampoco. Ojalá tú sí me hubieras felicitado las fiestas y me hubieras dicho todo lo que a mi se me atragantó en Noviembre. Ojalá hubieras querido encontrar las palabras adecuadas para mandarme a la mierda, o yo que sé. No lo hiciste entonces y no lo harías ahora. No sabes que ya da igual porque el fango está empezando a cubrirme sin ni siquiera tú haberlo pedido. No pasa nada, de verdad. Eso fue lo peor, que no pasó nada por lo que arrepentirse.
Tú sí quisiste, pero quisiste rápido y mal. No me dejaste querer lento, querer despacio y sin prisas. No sabías que cuando el tiempo te persigue es mejor pararse a que te encuentre. Tú querías seguir corriendo, huyendo de él. Yo me paré en medio de la calle y esperé paciente a verlo pasar. Decidiste que ya no querías seguir mis huellas y soltaste mi mano para coger la de otra. Otra que sí supiese seguirte el ritmo.
Ojalá me hubieras mentido al desearme feliz navidad, porque las personas cuando mienten sienten miedo. Si te hubiera dado miedo perderme antes incluso de tenerme, habrías ganado todo conmigo, antes de empezar. Pero nunca tuviste ese miedo que te encoge el estómago y dilata las pupilas y te hace sentir poderoso. Nunca tuviste ese miedo, que cuando se libera, el grito de libertad se escucha en Plutón.
Nunca quisiste llevarme a Plutón, solo a tu cama y yo para ese camino no tengo zapatos. Ni quiero pisarlo.
Las prisas mataron lo que nunca fue y pudo haber sido. Si encuentras en otra cama lo que estabas buscando en la mía entonces sé que no hubieras merecido la pena. Yo aún sigo buscando en otras miradas tu forma de verme.
sábado, 27 de diciembre de 2014
El miedo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario