Te cosí a mi clavícula.
Arponeaste mi corazón.
Arrancaste de cuajo mi capacidad de olvidar.
Grabaste en mi espalda tus iniciales con tinta invisible.
Mordiste cada poro de mi piel.
Destrozaste todo a tu paso.
Todo con una sonrisa. Una entera para mí. Mereció la pena.
A veces, solo a veces, apareces en mi mente sonriendo. Como antes, sin preocupaciones. Sin trampas. Ya no me dejas saltarlas. Y como liebre, que siempre fui por delante, me has pillado. He caído, otra vez, en tus redes.
Promete cortarlas pronto.
Prométemelo, por favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario