No sé que hueco te ocupo en el pecho, pero sé, casi a ciencia cierta, que o está semi vacío, o has aprendido a llenarlo con alguien más que yo. O quizá yo nunca tuve un hueco, solo uno alquilado, y que quieres que te diga, ya no me da para fin de mes. Ya no sé si quiero que me dé. Ya no sé si te quiero.
Aún tienes, aún eres, mi única verdad, pero es la última vez que te lo digo. Quiero que lo sepas porque no quiero que se te olvide, pero escuchame bien, voy a vivir en tu cabeza hasta que pierdas el sentido, el rumbo, y vuelvas corriendo a mi lado. Al final, al final lo harás.
Tú también me has dejado a mí un vacío en el corazón difícil de sustituir, porque pensé que cuando te lo alquilé, tenías opciones de compra. Ni siquiera me has devuelto la fianza... Lo has dejado todo patas arriba, has hecho lo que has querido y mírame, vuelve. O vete. Y si te vas llévate esta puta indecisión que no me deja pensar en paz.
Porque no dejo de pensarte aunque quiera. Tú, en realidad, no te has ido del todo. Te has mudado de mi corazón a mi mente, a mi memoria. Ten cuidado, yo siempre he sido de despistes tontos. Ten cuidado, no vaya a ser que se me olvide que estás ahí. Si sigues sin hacerte notar, me vas a obligar a olvidarte. Necesítame, solo un rato. Solo una vida. Hazlo, por favor.
Es la última carta que te escribo. La de emergencia. Sigo en un socorro continuo, esperando a que te llegue mi SOS y vengas corriendo. Sinceramente, espero que te haya llegado, y al leerlo, te hayas roto tú por dentro.
Tú también te mereces esto.
Sin posdata.
martes, 23 de diciembre de 2014
Sin posdata.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario