martes, 23 de diciembre de 2014

Solo mira dentro.

He acabado por hundirme en lo más profundo de mi alma. Te has llevado para siempre la parte de mi corazón que en realidad nunca me perteneció. Pero no tenías derecho, no tenías por qué haberlo hecho. He visto como la tirabas en la basura y no perdías la sonrisa. Solo un lastre, una piedra en el camino que ni siquiera te hace tropezar.
Yo quería ser, al menos, uno de tus deslices. Prometo que me habría bastado tu atención un segundo, tus ojos puestos en los míos, pero esta vez, queriendo verme por dentro. Créeme, a ti también te habría gustado verme por dentro hoy. Hoy podría haber rendido el mundo a tus pies si me lo hubieses pedido. Hoy, solo hoy, podría haber ensanchado tu sonrisa sin apenas proponérmelo, haber abrillantado tus dientes de marfil y haber aclarado el azul de tus ojos. Podría haberte hecho sentir infinito, pero sigues prefiriendo ser el palito de su lista. No eres más que el candidato número n de su interminable lista.
Te prometo que en la mía solo hay tinta para ti, solo es del color añil con el que miras a tu alrededor. Pero ni siquiera estando a tu alrededor eres capaz de verme. Ni siquiera estando a menos de un metro te inmuta mi presencia. Y tú, ingenuo de ti, alteras la mía con cada movimiento, tú llenas mis oídos con el sonido que emanan tus cuerdas vocales cuando te ríes. Tú, siempre tú.

Hoy podrías haberme abrazado a mí por la espalda y haberme susurrado al oído como lo has hecho con ella. Ni siquiera habrías tenido que agacharte, y mucho menos rebajarte a su nivel. Ni siquiera te ha escuchado cuando rozabas un segundo su oreja con tus dientes, tu nariz con su pelo; ni siquiera sabía cuándo ibas a llegar.
Yo, por supuesto, me he fijado en la camiseta verde que llevabas hoy, en los vaqueros gastados que no sabes combinar y en las zapatillas de fútbol que siempre calzas. Me he fijado en que cuando levantas las manos, se te ve el hueso de la pelvis bajo la camiseta; que debajo de los pelos rubios de la sien te está sanando el arañazo que te atraviesa la espalda -imaginando recorrerla con la yema de los dedos, mientras contienes la respiración y respiras al compás. -
Me he fijado en los calcetines que sobresalen cuando te sientas y estiras las piernas. Me he fijado en el lunar que tienes en el cuello y en que nunca llevas reloj; porque te da igual la hora. Tus agujas nunca señalan mi norte.
Y ahora dime que se fija en ti como lo hago yo. Pero eso en realidad no duele, lo que me rompe por dentro es que tú si lo haces con ella. Tú, todas las mañanas, buscas un cambio que te sorprenda y te guste; pero déjame que te diga algo, no lo vas a encontrar si sigues mirando en esa dirección. Por mucho que acaricies su piel con tu mano no va a volverse más suave, ni más fina. Por mucho que hables de la última jornada de liga no va a interesarse en ti por eso. Y ni siquiera bromees, porque no tiene el suficiente sentido del humor como para entenderte. Si sigues buscando, por favor, levanta la cabeza, te lo juro que no estoy tan lejos, siempre a tu alrededor por si decides quitarte la venda.
Si decides mirar, si decides verlo del tono azul de tus ojos, encuéntrame pronto, el agua me está llegando a las rodillas. Por favor, solo mira dentro.

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