Siempre he pensado que cuando nacemos, lo hacemos pegados a una paleta de colores que esta vacía; y que la vida consiste en llenarla de tantos tonos cromáticos como personas hay en el mundo. Y las personas son los pinceles. Los hay que son grandes, y los hay que son pequeños, con poco para pintar.
Quiero pensar que nacemos con un color integrado a la paleta, el negro. El siguiente que conseguimos es el blanco y después de mezclarlos nos sale un gris pálido, inocente. En los momentos de debilidad, ese gris se enturbia hasta casi el negro y es cuando nos volvemos personas grises. Necesitamos colorear la vida, por típico que pueda parecer.
Cuando conoces a alguien puedes identificarlo con un color, atendiendo a su personalidad. A veces no tiene una explicación lógica dicha asociación, porque a veces es imposible explicar los colores.
He conocido gente verde, muy verde, gente amarilla pollito y gente azul, cielo, mar. He conocido gente que vive vidas monocromáticas y que sus pinceles se han ahogado en negro, y solo emborronan con sus huellas.
Estoy descubriendo como conseguir pintar un poco de rojo en el cuadro de mi vida, porque últimamente los colores que me llegan son muy apagados. No hace más que llover gris, y yo gris ya tengo.
Y entonces conoces a alguien que en su paleta tiene todos los colores, todas las mezclas, y todos los tamaños de pinceles. 'Es justo lo que estoy buscando', piensas. 'Ahora voy a poder hacer mezclas yo también'. Pero igual que vienen, se van, y toca buscar al siguiente pincel antes de que se le seque la pintura y tu cuadro quede insalvable.
Yo necesito, en ese momento de mi vida, una persona que además de ser pincel, además de ser rojo terciopelo, sea clinex y borre todos los manchones negros que crean una estampa pobre. Yo necesito un paraguas de colores para sacarlo en días grises y proteger mi obra. Yo necesito encontrar la fórmula del color de la felicidad, y que nunca se seque o se agriete.
Porque lo que sí sé es que cuando acumulas mucho negro en tu cuadro, sufres el peligro de que ningún color sobresalga encima de él, que ninguna persona se atreva a pincelar encima. Y tengas que echar blanco, encima de los recuerdos, para empezar de nuevo. El blanco para retomarlo desde el principio. Pero esta vez, con cuidado para no emborronarlo todo sin remedio.
"¿Sabes? Me he fijado en que tienes un poquito de rojo en el corazón, ¿te importa si te lo estrujo con cuidado? Prometo colorearlo de nuevo después."
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