jueves, 29 de enero de 2015

Cada día.

A veces pienso en lo que sería conocernos en otro espacio y en otro tiempo. Quizá antes, cuando las fotos salían en blanco y negro, quizá entonces sí hubiésemos tenido futuro. Tú con camisa, y ahora, joder, ahora la llevo yo.

Cada día en la misma esquina y con la misma compañía. Cada día me pregunto qué musica escondes en los cascos, que colonia en el cuello, que pulsera en la muñeca. Cada día me pregunto si eres más mar o de montaña, de día o de noche, de dulce o de salado. Cada día pienso en conocerte y que quieras conocerme, que cambies la esquina de su cadera por la mía, sus altavoces por mis cascos, sus piernas por mis manos. Cada día las noto más grandes y más solas, vacías. No sé quién va a llenarlas y si tiene intención de hacerlo en esta vida, pero de tanto fijarme, sé que el lunar de mi dedo meñique encaja con el tuyo, y que quizá tú seas la pieza del puzzle que me lleva faltando tanto tiempo. Y que quizá, y solo quizá, a tu puzzle le falte la mía.

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