No sé lo que cuentan sobre hospitales, los físicos, esta vez. Yo no tengo mucho que contar, gracias a Dios. No sé si el ambiente es el que se figuran una vez allí, que todo huele a látex sin usar, a gasas recién abiertas y a analgésicos. No huele a miedo, ni a temor.
No sé donde encontrarte ni aún con instrucciones. Vengo con el corazón en la boca, y la gotita en la frente. Sé que estás bien, que me estás esperando. Ya estoy aquí, tranquila.
Ascensor 5 directo a tus manos.
Tampoco te dicen que preguntar en un hospital es preguntar con dudas en la boca, y tensión en la garganta, con los ojos intranquilos esperando a que algo pase. Pero lo único que pasa es que te contestan con toda la humanidad posible y con gestos incomprensibles. Aguanta un poco, ya estoy llegando, me digo.
Sexta planta.
Cinco pasillos laberínticos más, estamos en la puerta de tu habitación. Blanca impoluta. Me arreglo el pelo sabiendo que aunque entrara nada más levantarme, me dirías lo guapa que estoy. El manillar cede a mi presión y solo veo una cama, y una señora que no eres tú, ni de lejos. Y un hombre que no conozco ni lleva bata blanca.
Taquicardias incompresibles. "Aún no ha subido". Esperas horribles, matando minutos que no me dejan verte.
Dos toques en la puerta, y un enfermero que entra. "Me duele", dices. Tu manta hasta arriba, un hola que no me sale. Un beso eterno. Un olor que no es el tuyo. Tú hueles a casa, y ahora a hospital. Labios muy cortados -que enseguida te hidrato, con el corazón muy encogido- y un atisbo de sonrisa a bromas forzadas. No sacas las manos y apenas abres los ojos. Da igual, sé que sí me ves.
Muecas de dolor que me duelen a mí, y a él. Quiero coger tu mano, pero me conformo con tu brazo. No dices nada, yo tampoco. Te miro. Tu corazón me mira. Se me atraganta un "qué valiente" pero el orgullo lo saben hasta los vecinos.
Estoy aquí, tranquila.
Todos de blanco. Muy, muy armónico, y desconcertante. Cruzo caras de cansancio, miradas que expresan lo que el dolor no puede llevarse.
Creo que los hospitales también huelen a esperanza desde que les haces una visita.
Si la vida me lleva por aquí, voy a cogerle la mano a cada paciente como a ti hoy; aunque nadie tiene una sonrisa tan bonita como la tuya.