Nadie para mí como yo estoy para ti, para todos. Nadie tan bueno como yo. Nadie nunca, nunca nadie.
Nadie que al mandar una indirecta, que coño, nadie que sepa sin inderectas qué tal. Nadie que pregunte, de hecho, qué tal. Bueno, quizá tú sólo me pongas un "hoy salgo antes, 7,30 en tu casa?", y menos mal, que al menos tú. Me salvas de mí contigo. Y Madrid, tan bonita de noche, nos hace eco. Y hablas tanto que me dan ganas de hablar a mí. Te lo juro, me olvido de la hora y de toda la gente que pasa desesperada alrededor. Solo pienso en todo lo que tenemos en común... Menos mal que estás, que los viernes quieres estar. Tu " oye, tenemos que celebrar esto" y se nos vaya el santo al cielo y acabemos descubriendo calles y personas. Desahogarse nunca supo tan bien como contigo.
Como cuando hablas mucho, que paras para preguntarme, porque de verdad quieres saberlo. Sienta tan bien... Y solo me apetece salir contigo un viernes porque sé que no lo haces por mí, lo haces por ti; y no, no es para nada egoísta. Pero sácame de casa todos ellos, por favor.
Sales y me dices, "tengo cinco exámenes la semana que viene, pero me apetecía desconectar contigo" y sigues hablando, como si nada. Y coges mi brazo y me cuentas cómo te ha ido desde la última vez, de lo que no te atreves a contarle a nadie.
Este viernes me diste un consejo que yo estaba cumpliendo a la mitad, pero me diste la fórmula para llevarlo a cabo. El resultado, me dijiste, me aliviaría. No sé, no lo he probado pero lo estoy intentando. Y no era un consejo en vano, realmente me estabas dando algo muy tuyo que te servía, y me lo dabas a mí.
Supe entonces, entre patatas y kétchup del mc donals de Sol, que querría recorrer Madrid contigo siempre. Sin ataduras y sin presiones. Que sé que podría contarte lo más profundo sin que tu mirada me juzgase, o yo que sé, quizá lo harías con la verdad en los ojos y eso me aliviaría.
Por mis "saludas a mi hermano un momento?" y que siempre digas que sí con la intención que sé que tienes, y que de hecho yo tengo para ti. Por el vaso de agua en verano, la crema de manos que me pides cuando hace mucho frío, el plátano cuando tienes hambre... La sonrisa que necesito siempre a punto. Qué gusto tenerte, joder.
Por esa foto que se ve mal del estanque del retiro, de la plaza mayor y su tiovivo, de las luces que nos hacen reflejo, de la bola de Navidad en los puestos de Plaza España que siempre buscas, del cubata que aún no nos hemos tomado y del baile que no nos hemos echado. Por esos viernes que saben a verano. Por ti, por ti siempre.
domingo, 15 de marzo de 2015
Nuestros viernes.
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