Aunque las luces se apaguen, aunque el cielo deje de brillar, por favor, tú no lo hagas. Por toda la cera que te den, no te consumas. Que tu vela siempre se alce con el viento, por mí y por mi egoísmo. Pero no te apagues.
lunes, 30 de marzo de 2015
sábado, 28 de marzo de 2015
Mis pasos.
La conclusión es la misma para todo, yo, me, mí, conmigo. Primera persona, y perdona, pero siempre en singular. Dejé de lado el plural que siempre había buscado.
Nunca nadie como yo conmigo. No merece la pena si el miedo te atenaza. Te sueltas las cadenas, te levantas, te lavas la cara y caminas. Siempre hacia delante, despacio, como las tortugas, pero para atrás ni para coger carrerilla.
No hay constantes en la vida. Derivarlas, ver como cambian con el tiempo, resulta ser cero. Y es que algunas personas se quedan siendo un cero, pero uno a la izquierda. Y su valor se convierte en peso, y te toca cargarlas a la espalda.
Es ley de vida, dicen. Pero mi vida está en mis manos, y dado que nadie quiere llenarlas con las suyas, yo y solo yo, decido mis pasos. "Se hace camino al andar." "Todos tu pasos son mis alas."
viernes, 27 de marzo de 2015
Yo siempre.
"Y que digan de mí lo que quieran, y quien quiera que venga a por mí, por muchas veces que me caiga al suelo, yo me levanto y sigo aquí. "
Defenderme desde el suelo.
Y si lo rozo un segundo levantarme. Dignidad siempre arriba. Orgullo aún más.
Estar a la altura frente a los que tienen vértigo. No es cuestión de principios, si no de prioridades.
Juzgarme yo, siempre.
Priorizarme siempre.
Que venga quien quiera, lo que sea. Me levanto y sigo aquí, por huevos. Los que por ser mujer echo en la tortilla. Tortilla con patatas, sal y cebolla. Y ahora sal de mi y si te atreves vuelves. Sin llorar, sólo para hacer la tortilla.
Encontrarme y no huir. Decir "me quiero" hasta que el oído sangre de realidad.
Pero sí, que os den mucho por culo y no lo disfrutéis. Corred, avisad a vuestros novios y novias.
Bendita cordura entre tanta locura.
307.
Si dicen que el amor es saltar en el vacío de alguien y creer que puedes volar, tú me cortaste las alas y me pusiste la zancadilla justo antes de coger carrerilla. No fuiste el ángel, si no el demonio. Y joder, la hostia contra el suelo me hizo añicos.
No lloré, te lo juro. Ese día no. Fue el siguiente, el siguiente sí dolió. Y a ese le siguieron muchos más. Noche 307 y me sigue costando no pensarte. No dolerte. Quererte.
Cabrón, te llevaste muchas cosas.
Buscando alguien que me salvara de este caos me encontré a mí, y supe que sería la única que no me fallaría. Y supe entonces que si yo estaba bien conmigo, me importaría una mierda con quien follabas tú. Porque fallar ya lo habías hecho. Y morirme de celos hasta de la letra que lo separa.
Cosido el corazón, cansado de bombear los suspiros. Arponeado sin descanso.
Me tengo a mí, me sobro.
jueves, 26 de marzo de 2015
Tu espalda.
Una carcajada que me estalla en el pecho. Una mano que se desliza tímida bajo mi nuca, y el caos.
Tu espalda que sirve como colchón. Tus omóplatos y la depresión que provocan cuando se tensan; y redefinir con mis yemas nuevas curvas para tus músculos, apenas notorios. Abrazarte rodeando tu vientre y en el valle de tus caderas posar mis manos. Tus brazos se mueven perezosos sobre mi tórax y me atraen hacia ti, pero muy muy torpemente. Movimientos a cámara lenta, o a cámara rápida. Cosquillas injustificadas, guerras de almohadas.
Que suenen doce campanadas en el reloj antiguo del salón y darte doce besos en el cuello. Que me pongas la piel de gallina con la bajada de temperatura de tus dedos en mi sien, y tus juegos tontos para provocarme.
Que el pecho me lata veloz cuando cierro los ojos en tus brazos y sentir la pausa de tu corazón y tu respiración prolongada sobre mi pelo. Que acabes con mis coletas y en huelga en mi cintura.
Que encuentre tu cuello en la oscuridad profunda de la noche y note su suavidad en tu aroma. La poca resistencia que presenta entrelazar mis piernas con las tuyas y jugar a hacerte nudos en la barba, o notar como me pincha. Que aguantes un minuto quieto y te muevas. Encontrar mi postura pegada, milimétricamente, a tu piel. Saberme cada hueco de tu pecho, de tu espalda y de tu abdomen.
Que vengas a las 3 de la mañana para abrazarme y me des un beso en la frente, o en el flequillo cuando te vayas. Levantarme a las 4 en la madrugada de un viernes sin saber donde estoy, y verte por el rabillo del ojo sobre el flexo. Que me sonrías pese a todo. Que no necesite sábanas ni mantas en invierno si te abrazo.
Quererte 24 veces al día y siete veces por semana. Todos los segundos del año.
lunes, 23 de marzo de 2015
Incluso un Lunes pueden ser buenas noches.
No has dicho buenas noches, ni adiós. Solo un tic azul, y como no, una última respuesta mía. Pero ayer por primera vez escribiste un 'jajajaja' y sonó natural, y luego emoticonos que se enamoraban. Tu "bueno, cambiemos de tema" y mi asquerosa necesidad de soltarte todo lo que te pienso a diario. Pero tú llevaste la iniciativa ayer, y no sé, perdió el Madrid pero fueron buenas noches. Aunque tú no las pronunciaras. Yo las pensé por los dos, te lo prometo.
Tu interés por un "y tú" más que forzado en respuesta a mi que tal, tu incansable e irresistible forma de mirar y sonreír. Yo no sé que pasa por tu cabeza cuando paso yo, pero hasta la última de mis articulaciones se pone nerviosa si me miras. Y me ves.
'Yo, que vivo en una alucinación, no hago caso nunca a la razón pues me guio por el corazón...' No sientes nunca la cabeza, pero si lo haces, te guardo un hueco junto a la mía.
domingo, 22 de marzo de 2015
Un domingo cualquiera.
Y verte en calzoncillos ahí delante, bailando mal pero bailando bien, la música tan alta que no me escuchas reír. El cristal del baño empañado por el vaho, pero a ti te da igual, sigues cantando. Y me tiras del brazo y me das una vuelta, muy torpe, en la que me hago un lío con los pies y tropiezo sobre ti. Pero tú vuelves a incorporarme y cambias de canción.
Me miras un instante, un instante eterno y pones mi canción. No nuestra, mía. Y me miras. Y sonríes pícaro ante mi cara de sorpresa. Sé que odias su voz pero la imitas genial. Haces el tonto y juro no conocer un instante de felicidad mayor. Tú en calzoncillos y yo en bragas, una de tus camisetas y tus calcetines blancos, nos lo estamos pasando genial.
Yo canto en un inglés inventado y tú me miras y dices que eso no existe, pero me dejas abrazarte mientras te lavas los dientes. Te secas el pelo y te alisas la barba, y te echas desodorante; joder, qué bien hueles. Me dejas mirarte mientras haces todo eso, y cuando ves que llevo mucho tiempo sin cantar me haces cosquillas hasta que grito exhausta. La canción se acaba y ahora yo pongo la música. Sé que te gusta. Nos gusta. Me gustas. Me gustas tanto con tu albornoz del Madrid... Tus zapatillas de andar por casa con el escudo, de la talla 45 y tus camisetas enanas... Me gustas tanto...
Feliz.
Libre y en paz. Música en los oídos, tres gotas que caen. Ansias de verano en la piel y en el corazón, ansias de ser feliz todo el rato. Lo demás no importa. Sin prisa, con hambre y con sueño. Con ganas de hacer muchas cosas y con miedo a que se cumplan. Miedo a soñar muy fuerte y que se haga realidad. Soñar despierta a cada instante. Me pierdo en mil pensamientos, todos felices.Estas hormonas... Leches.
Feliz.
domingo, 15 de marzo de 2015
Nuestros viernes.
Nadie para mí como yo estoy para ti, para todos. Nadie tan bueno como yo. Nadie nunca, nunca nadie.
Nadie que al mandar una indirecta, que coño, nadie que sepa sin inderectas qué tal. Nadie que pregunte, de hecho, qué tal. Bueno, quizá tú sólo me pongas un "hoy salgo antes, 7,30 en tu casa?", y menos mal, que al menos tú. Me salvas de mí contigo. Y Madrid, tan bonita de noche, nos hace eco. Y hablas tanto que me dan ganas de hablar a mí. Te lo juro, me olvido de la hora y de toda la gente que pasa desesperada alrededor. Solo pienso en todo lo que tenemos en común... Menos mal que estás, que los viernes quieres estar. Tu " oye, tenemos que celebrar esto" y se nos vaya el santo al cielo y acabemos descubriendo calles y personas. Desahogarse nunca supo tan bien como contigo.
Como cuando hablas mucho, que paras para preguntarme, porque de verdad quieres saberlo. Sienta tan bien... Y solo me apetece salir contigo un viernes porque sé que no lo haces por mí, lo haces por ti; y no, no es para nada egoísta. Pero sácame de casa todos ellos, por favor.
Sales y me dices, "tengo cinco exámenes la semana que viene, pero me apetecía desconectar contigo" y sigues hablando, como si nada. Y coges mi brazo y me cuentas cómo te ha ido desde la última vez, de lo que no te atreves a contarle a nadie.
Este viernes me diste un consejo que yo estaba cumpliendo a la mitad, pero me diste la fórmula para llevarlo a cabo. El resultado, me dijiste, me aliviaría. No sé, no lo he probado pero lo estoy intentando. Y no era un consejo en vano, realmente me estabas dando algo muy tuyo que te servía, y me lo dabas a mí.
Supe entonces, entre patatas y kétchup del mc donals de Sol, que querría recorrer Madrid contigo siempre. Sin ataduras y sin presiones. Que sé que podría contarte lo más profundo sin que tu mirada me juzgase, o yo que sé, quizá lo harías con la verdad en los ojos y eso me aliviaría.
Por mis "saludas a mi hermano un momento?" y que siempre digas que sí con la intención que sé que tienes, y que de hecho yo tengo para ti. Por el vaso de agua en verano, la crema de manos que me pides cuando hace mucho frío, el plátano cuando tienes hambre... La sonrisa que necesito siempre a punto. Qué gusto tenerte, joder.
Por esa foto que se ve mal del estanque del retiro, de la plaza mayor y su tiovivo, de las luces que nos hacen reflejo, de la bola de Navidad en los puestos de Plaza España que siempre buscas, del cubata que aún no nos hemos tomado y del baile que no nos hemos echado. Por esos viernes que saben a verano. Por ti, por ti siempre.
domingo, 8 de marzo de 2015
LSD.
"-¡Pásame esa copa, tío, que va a derretirse!
-Vamos a la playa.
-¿Quién dijo vestirse?
De vuelta a casa, el corazón y el alma piden tregua pero saben que mañana habrá una respuesta. Mensajes de amor en tiempos de guerra.
No hay prisa cuando sale el sol en la mañana de una noche larga, después de las vueltas y el alcohol en tus pupilas el mundo cambia. ¡No hay prisa cuando sale el sol! ¡No! Nos baña de luz y calor, apuramos a caladas robadas al alba el sabor de una vida complicada.
Náusea en el estómago a pasitos cortos, empapado en alcohol pensando en el colchón, se supone que mañana curras a las ocho, ¿cómo es posible que te haya pillado el Sol? Pero no. No hay prisa, te duele el corazón al recordar su sonrisa, te duele con razón, pero no, no hay prisa y vuelves a tu casa con la misma camisa pero con gafas de Sol.
Y el Sol que no avisa, que sale a traición, te da el sermón de una misa, te pega el palizón y aún así no hay prisa y vuelves a tu casa disfrutando la brisa...
Fuerza me da tu voluntad que no se tuerza, cuenta conmigo seguiremos por la cuesta. Y si me desvío dame una bofetada un buen amigo es para todo que no lo sea para nada. Y si me falla la salud Dios nos ayude, hoy le pedimos resistencia y amor. Así que ahora sí, así que comparte, eh, que el Sol está apunto de bañarte en un paisaje increíble."
lunes, 2 de marzo de 2015
Más que ayer pero menos que mañana.
A veces, antes de dormirme, vienes conmigo y me arropas como si fuera la noche más fría de invierno. Te quitas la camiseta, y piel con piel, mi mejilla resopla en tu espalda. A veces pongo la mano en tu pecho y cuento las veces en las que sube y baja en un minuto. No superan las sesenta. Tu corazón palpita con el mío hasta hacerse uno.
A ti te gusta ponerme la piel de gallina, un suspiro detrás de la oreja, tus manos infinitas sobre mi cuello haciendo círculos, y yo como una idiota pego la sonrisa a tu pecho.
A veces, cuando he encontrado la postura perfecta y me acoplo contigo, dices que soy como una lapita que se pega, y te mueves para que te deje respirar. Pero mi pierna ya se ha metido entre las tuyas, y tu hombro huesudo me sirve de almohada. Tú dices que soy como un molde, y yo quiero seguir haciendo bizcocho siempre.
Me revuelves el flequillo y yo tu barba, y a veces me dejas morderla y suspirar cuando te ríes.
Que los días no empiezan hasta que no llegas a las 8 de la uni, cansado y reventado. Y aún así eres mi primer qué tal. Que me tumbo frente a ti y te veo el más guapo del mundo. Y te quiero tanto, a rabiar, que no puedo despegarme de ti.
Que te gusta acariciarme la espalda para hacerme cosquillas, porque yo no las soporto. Y me revuelvo y tú sigues. Y acabo jadeando evitando tus manos morder mis costillas, pero acabo feliz.
Y que sí, que no puedo evitar no nombrarte todos los días entre suspiros. Hablar de ti en todos lados.
Que tus manos me sigan cuidando y tu cabeza siga posándose sobre mi hombro siempre.