viernes, 24 de abril de 2015

Gracias a mí.

Gracias por preguntar por qué. Por interesarte. Por quedarte aunque mañana madrugues y tengas sueño, porque soy yo. Porque no hace falta que te lo pida. Porque te tragas tu orgullo y el mío, porque solo me lo contarías a mí. Porque no harías las cosas que haces conmigo con otros, no les dirías lo mismo que me dices a mí, no infravalorarías lo mío en favor del que no conoces, no podrías irte sin una despedida y no pondrías buenas noches como una maldita costumbre. Porque no me ilusionarías y lo echarías todo por la borda porque tú lo pondrías todo para que saliera bien. Serías, siempre, ese quiero y puedo que tanto cuesta cumplir. No creerías en la suerte ni en días raros ni en fechas que coinciden, no te importarían muchas cosas y por supuesto, y lo más importante, sabrías escucharme aunque te doliera el corazón como si te lo hubieran arponeado muchas veces; serías mi "qué te pasa", más leal que nunca. Tanto como yo.
Solo iguálamelo. Quizá sea el tiempo de empezar a creer en los imposibles.

Quizá todo lo anterior sea justo al revés y por eso quiera gritar(te) tantas cosas. O quizá solo sea hoy, que no has querido escucharme.
Pero joder, nunca he albergado tanto rencor como ahora. Lo que me callo hoy, no lo gritaré mañana, pero es 200% probable que explote con un " hola " dentro de un mes. Es más peligroso que una bomba en la que no sabes que cable cortar, porque en este caso te ha dado igual no tener tijeras y te ha dado igual que yo la estuviera sujetando entre las manos.

Por supuesto, te da igual cómo me sienta yo si no es por algo que sea equiparable a cómo te sientas tú.

Pausa, solo coraje. Yo, me, mí conmigo. A la mierda si tu voluntad se tuerce, mi fuerza vale por todas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario