viernes, 24 de abril de 2015

Gracias a mí.

Gracias por preguntar por qué. Por interesarte. Por quedarte aunque mañana madrugues y tengas sueño, porque soy yo. Porque no hace falta que te lo pida. Porque te tragas tu orgullo y el mío, porque solo me lo contarías a mí. Porque no harías las cosas que haces conmigo con otros, no les dirías lo mismo que me dices a mí, no infravalorarías lo mío en favor del que no conoces, no podrías irte sin una despedida y no pondrías buenas noches como una maldita costumbre. Porque no me ilusionarías y lo echarías todo por la borda porque tú lo pondrías todo para que saliera bien. Serías, siempre, ese quiero y puedo que tanto cuesta cumplir. No creerías en la suerte ni en días raros ni en fechas que coinciden, no te importarían muchas cosas y por supuesto, y lo más importante, sabrías escucharme aunque te doliera el corazón como si te lo hubieran arponeado muchas veces; serías mi "qué te pasa", más leal que nunca. Tanto como yo.
Solo iguálamelo. Quizá sea el tiempo de empezar a creer en los imposibles.

Quizá todo lo anterior sea justo al revés y por eso quiera gritar(te) tantas cosas. O quizá solo sea hoy, que no has querido escucharme.
Pero joder, nunca he albergado tanto rencor como ahora. Lo que me callo hoy, no lo gritaré mañana, pero es 200% probable que explote con un " hola " dentro de un mes. Es más peligroso que una bomba en la que no sabes que cable cortar, porque en este caso te ha dado igual no tener tijeras y te ha dado igual que yo la estuviera sujetando entre las manos.

Por supuesto, te da igual cómo me sienta yo si no es por algo que sea equiparable a cómo te sientas tú.

Pausa, solo coraje. Yo, me, mí conmigo. A la mierda si tu voluntad se tuerce, mi fuerza vale por todas.

jueves, 23 de abril de 2015

Parece que va a llover.

El miedo muerde más flojito que tú.
A mi también cántame cuando vayas borracho y no sepas bien quién soy. "She's on your mind" como bucle en tu cabeza. En mi oído. El efluvio dulzor del ron y tu garganta ronca, tus manos suaves y tu mirada perdida. Que te muevas en círculos y completes las curvas de mi vestido con tus manos, fuertes y grandes. Me apartes un mechón y lo escondas detrás de la oreja y guardes un par de palabras con él. Balbucees algo en inglés y te rías como un loco. Te coloques bien el puño de la camisa y que nuestros ojos se cierren a la par. Que el corazón me lata tan deprisa que pienses que se acerca un seísmo y te agarres a mí muy fuerte. Y que yo no te quiera soltar...
Que mis manos pequeñas y suaves jueguen con tus brazos, que rodean o intentan rodear los mios. Mis dedos jueguen con el remolino de tu nuca y tú suspires echando la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto más cuello del que puedo asumir besar. Más cartílago por descubrir. El lunar de la parte posterior de tu oreja, la cicatriz de la frente; tus manos inquietas que me rodean, el taxi que pita en Princesa, y tu sonrisa otra, y otra vez más.

Ahora sí, cuidado que viene el terremoto y trae compañía. Joder, que va a caer una tormenta que lo va a arrasar todo. No es que vaya a llover, es que van a caer chuzos de punta; el diluvio universal va a caer.

Jueves.

El arte de no ser comprendido por tener una mente que no puede encerrarse en "persona tipo x" es el arte de la revolución. El arte de nadar contra la corriente es el arte de vivir en el mar. La lucha que se sabe ganadora en el primer asalto. Contra el mundo monocolor, absurdo y monótono que se viste de pantalón de traje gris todos los días.

Pero cómo me dices que crees en la revolución si no te pones una sudadera de tío y sales en zapatillas a por una pizza. Pero cómo llevas un north face y odias al capitalismo. Pero cómo te crees que funciona un sistema por apoyar al primer mindundi que presenta un programa utópico y ansía de venganza política, cuando sin llegar a lo más alto tienen que salir del fango.

Si le rezas a Dios cuando tu madre está en la cuarta planta de la Paz mientras Dios se muere de hambre en una esquina del metro.
Pero cómo exiges respeto y libertad de opinión cuando tiras las piedras en los tejados de los que escuchan a Kiko Rivera o los Gemeliers.
Con lo aburrido que sería que a todos nos gustaran The Beatles.

Pero cómo exiges amor, búsqueda de la belleza interna, si eres la primera que te fijas en el rubio de ojos azules que camina por la calle. Amiga, el moreno de pelo rizado te va a hacer más feliz. No se puede ir contra la naturaleza humana, madura.

Que nadie te va a sacar al baile si sigues pensando que tú no eres bonita y te sigues comparando con las doscientas tías con novio. Tranqui, viven presas de un amor de martes por la tarde y de manitas en el Retiro. Que sí, que está muy bien, pero yo siempre he buscado ser libre y apoyarme, como el gorrión que sobrevuela la boina, en la rama de un árbol duro y fuerte, que se quede ahí y no se vaya a ir. Y que yo pueda, y que tú puedas, jugar con las hojas que se le caen, contar las que le crecen. Vivir sin cuerdas.

Pero cómo pretendes no hablar del amor si incluso tú, que piensas que el mundo se pudre y cada día nace más toxico, imaginas correr de la mano del primero que te la ofrezca.
Los tiempos cambian, pero el ser humano no.

lunes, 20 de abril de 2015

Jodida

Picor de garganta, estómago molesto, cabeza inclinada, coleta, temblores, sudores fríos, dolor de cabeza. Como vivir en una posborrachera continua pero sin el efluvio del alcohol. Sin creerte el rey del mundo y sintiéndote esclavo de la vida. Un día más es un día menos, pienso.  Que solo llegue junio salvador y salga de esta espiral caótica que amenaza mi salud con una daga en el corazón. Una daga que muy poquitas personas se atreven a combatir, porque yo lo dejé hace tiempo.
Qué putada volverse débil ante la adversidad.

Cuanto me duele la cabeza de tanto pensar.

domingo, 19 de abril de 2015

Llévame al baile.

Es tan gratificante ser buscado como ser encontrado. Lo es tanto, o incluso más, un "ven, te necesito" o un "dónde estás", o un " y tú?" o cualquier contestación que implique interés y sea recíproco.
Que jodido que nunca lo sea.
Que jodido verte beber y no poder brindar.
Que jodido pedirte la corbata, no compartir un cubata.
Que jodido verte sonreír sin que sea por mí.
No puedes esperar que te saque a bailar entre tanto extraño, ocupe tus hombros y tu espalda con mis manos y tus rizos pequeños con mis dedos si suena electrónica. Si yo no sé bailar. Si te voy a pisar. Si no me vas a coger de la cintura y vas a sonreír, oliendo a whisky de garrafón muy, muy barato. Si no va a sonar nuestra canción porque no la tenemos, si no vas a dejarme un casco o si no vas a decirme cuán de radiante estoy. Si no vas a acercarte y cantar ebrio conmigo. Te lo juro, yo lo haría.
Si entre tanta gente no vas a cruzar una mirada y sin apartala, sonreír a lo lejos. Si no me dices ven.
Buscarte a la 1, las 2 y las 3, ver tu cara de "joder, otros dos que..." pero seguirte igualmente. Buscarte entre tanta gente y vibrar en tu dirección, arder con los ojos.
Ver como te ajustas la corbata y la camisa y le susurras algo que la hace sonreír. Madre mía, no te quites nunca esa americana.
Quererte tantas veces como el corazón me deje. Que el corazón me lata veloz, nervioso, que galope porque te acerques.

Qué jodido es observarte de lejos y anhelar un roce, porque saltarían tantas chispas como para hacerme arder. Si tú eres fuego, a mi no me importa quemarme, ni que tú me veas arder.

Solo espero que en la próxima te des cuenta. Esta la pago yo.

sábado, 4 de abril de 2015

Del castillo más alto de tu reino...

Le he puesto al amor una careta con tu rostro, y ahora, cada vez que miro de frente tengo miedo de que todos sean tú. Y de verdad que ojalá no lo fueran. En verdad, no tienen por qué serlo. Pero claro, no solo hay que atravesar mi coraza para conquistar mi corazón, después de matar al dragón de mi torre hay que transformar, o destransformar al ogro. No sé si cuando se le caiga la careta será el príncipe que yo quiero, pero desde luego sé que no será lo que no quiero, y de momento me vale.
Pero de corazón lo pido, ayúdame a quitarte la careta que no llevas pero que yo te pongo, porque acabaré siendo yo el monstruo que además de sufrir el miedo, lo inflija, y eso sí que es una putada.
El amor debería atravesar todas las barreras, complejos incluidos.
Si aún quieres mirar debajo de mi flequillo, aún puedes; solo mira dentro.

jueves, 2 de abril de 2015

Mi habitación.

Creo que mi habitación es como mi vida, desorganizada siempre. Que por simple pereza no arreglo, mientras entro en otras vidas y en otras habitaciones mucho mejor estructuradas y por supuesto más bonitas. Ante la resignación de tanta gente que, también por pereza, dejan de decirte que la recojas, te acostumbras a una habitación de mierda, a una vida de mierda. Y siempre llega alguien que intenta recoger el calcetín, doblar la camiseta y abrir el balcón para que entre luz, pero también llega tu mal humor y tus ganas de coger todos los papeles y tirarlos al suelo y gritar y seguir viendo como de desorganizado está todo. Y solo necesitas tiempo para hacerlo tú solo, para recoger cada cosa que se ha caído, colocar cada mueble y cada mínimo detalle. Y hacer que la gente quiera entrar a tu habitación y quiera quedarse; no solo joderla aún más.
Y es que el amor o lo que quiera que sea esa mierda, no es ayudar a alguien a recoger su habitación, el amor es enseñarle a esa persona a que lo haga ella sola; o mejor, es hacer que entienda la importancia de tenerla recogida. Y claro, pretendéis algo que es imposible.
Porque a mi me gusta mi desorden la mayoría de las veces, pero igual que los barcos en las tormentas, a veces hay tanta mierda que ni la persona que vive en esa habitación quiere entrar. Y vuelvo a redefinir el amor. El amor es entrar en habitaciones cochambrosas y derruidas y colocar la primera piedra; o yo que sé, desorganizar algo juntos.
Y a veces llaman a la puerta personas que incluso tú sabes que no van a quedarse, que lo hacen por el color de la puerta y la textura del pomo; y lo entiendo, te lo juro, pero yo solo quiero que alguien entre con intención de enseñarme a reconstruir mi vida, o mi habitación. Y sí, el amor es fachada. Nadie querría entrar si mi puerta no fuera del blanco más puro que existe, si mis paredes no fueran rosa salmón.
Pero yo quiero alguien que mire el escudo que nada más entrar se ve y levante la cabeza, se ría con mis zapatillas y trate de ponérselas, se siente en mi silla y vea mi foto con Alvaro, Polo y Pablo; no toque ni un solo boli de mi escritorio, encienda la música para ver qué es lo último que suena; se tumbe en mi cama y coloque la cabeza en el hueco de la esquina del lado derecho y respire y se sienta en casa. Alguien que deje sus calcetines con los míos y su camiseta con mi abrigo. Me invada el cajón de la ropa interior y no se queje de mi desorden.
Porque mi vida es un completo y absoluto desorden, pero no quiero a alguien que me lo cambie y lo deje todo más limpio -porque para eso está mi madre o mi hermano o mi padre- quiero a alguien que ame mi desorden, mi caos, y quiera quedarse a vivir en mi habitación, cerrar la puerta al entrar; y guardar un par de botellas en la mesilla, junto al maldito despertador, para no tener que levantarse por las noches.
Y ya lo decía Pignoise con "En mi habitación", maldita sea; alguien que quiera acompañarme a los conciertos y descubrirlos de mi mano. Alguien que entienda esta letra como yo lo hago.

"Tengo un lugar perfecto 
Donde esconderme y no tener miedo 
Donde inventar un nuevo universo 
Donde comprar un millón de sueños 
Tengo un lugar perfecto 
Donde matar a las pesadillas 
Donde yo pueda sentirme mal 
Allí donde te pueda olvidar 
Con el paso restringido 
Porque estoy allí metido 
Yo… siempre yo. 

Y en mi habitación 
Me paso las horas 
Y en mi habitación 
Ya nada me importa 
Y en mi habitación 
Cuidado que muerdo 
Yo solo me pierdo 
Y luego me encuentro 
En mi habitación. 

Cuando muero de sueño 
Siempre la tengo allí donde quiero 
Siempre tiene los brazos abiertos 
Siempre me guarda un pequeño hueco 
Tengo un lugar perfecto 
Donde esconderme y no tener miedo 
Donde inventar un nuevo universo 
Donde comprar un millón de sueños 
Con el paso restringido 
Porque estoy allí metido 
Yo… siempre yo. "

Siempre yo, en mi habitación.

miércoles, 1 de abril de 2015

Tú, pirata.

Solo un dedo que recorre tímido la uve de mi cadera, de lado a lado. Que eriza mi vello y contiene mi respiración, el susurro de mi sonrisa. Ese dedo que se aprieta contra mi estómago y hace que me llegue hasta el dedo meñique del pie. A ese dedo que le sigue una boca, feroz.
Caricias en el ombligo, con toda la mano, que no consiguen abarcar, ni de coña, toda la piel que ya te sabes. Todos los lunares, que como un mapa del tesoro, buscas insaciable. Lo que no sabías es que tú, pirata, eras el oro de mi isla.