martes, 25 de abril de 2017

La niña con miedo a ser mujer

La niña miró, sin saber.

Cuando por fin comprendió, la "mujer" se acercó, sin miedo.

Obvió el temblor de rodillas y se acercó, con las palmas sudorosas, las pupilas dilatadas y tres o cuatro gallos en la voz.
No pudo más que susurrar, aunque no hicieron falta las palabras.
Se comieron todas las ausencias en un suspiro que duró un latido de corazón. Se habían coordinado hasta el punto de latir con fuerza, con rabia.
Su cintura parecía un circuito de carreras, pero esta vez tomó la curva sin miedo a estrellarse, a doscientos por hora y sin mirar el retrovisor. Le pareció ver una luz al final del tunel, y una voz que susurraba su nombre.
Se sintió poderosa al instante y retomó el tacto suave de sus yemas al recorrer las líneas invisibles de su cuerpo. Pego su sonrisa a su espalda y sintió el ardor inundarlo todo.
Estaba perdida.
Rodeó despacio sus caderas, cerrando los ojos y controlando su respiración. Sintió la primera arritmia.
La respondía como si proyectara sus movimientos en un espejo. Esperó paciente a que siguiera. Esperó.
Sentía el vello erizado en su piel y una sensación de prohibido que tenía un gusto especial.
Se había detenido ahora por completo, esperando a que siguiera con su festín particular. La electricidad que vivían, en un espacio tan reducido, podría haber iluminado una ciudad entera -pensó.
Su mente bullía deprisa, quemando el carrete de película que esperaba a continuación. Siguieron las acometidas en formato caricia en un sin fin de respiraciones entrecortadas, llevándose las inseguridades al otro lado de la habitación.
Se llenaron. Se saciaron. Se sonrieron.

La 'mujer' se sintió ahora más niña y más plena, y desapareció la primera cana (y la primera arruga) dando paso a la primera risa en mucho tiempo. Se abrazó por dentro y apretó muy fuerte para no dejar salir esa sensación nunca.

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