Es como si de repente me hicieran vacío entre el hueco del pecho y el estómago y me hiciera una bolita. Estoy bien así, conmigo, pero mi mente viaja rápido y está en otras manos, entre otros brazos y ahí reconozco el bienestar (que no es lo mismo que estar bien).
Entonces imagino el daño que aún no me has hecho y las ilusiones (que aún no has sembrado) destrozadas, las rutinas rotas y las noches en vela. Y entonces comprendo, incluso antes de empezar a quererte como tú quieres que lo haga (y como yo me muero de ganas de hacer) que nunca sabré ser las estrellas para la luna, la anchoa para la aceituna o el Madrid para la Champions.
Si cierro los ojos imagino todo lo que haríamos y el presente me parece lejano y una invención pasada de algo que abrió las puertas a un 'nosotros'.
Pero no me malinterpretes, si dueles es porque me he imaginado tan feliz que me ha dado vértigo. He querido volar tan alto que al coger carrerilla el impulso me ha dado un vuelco y me ha dejado ahí arriba, esperando a que los 'bomberos' me bajen.
Estando ahí arriba es donde lo he comprendido todo. Lo he visto con perspectiva. Como dice Risto, tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad, pero nuestro magnetismo ha creado un nuevo microuniverso y sentirse 'de otra órbita' me parece lo más afin al nuevo estado en mi corazón.
No, no estoy dormida, ni en el cine ni ocupada.
Estoy encorchando el vino de mi corazón para que con los años, se haga de la mejor reserva del mundo.
No, no estoy preparada (y aunque me temo que nunca lo estaré), no tengo fuerzas para soportar el desastre que traerás contgo.
El ciclón dio paso a la tormenta pero al final salió el arcoiris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario