No sé qué me pasa. Igual es el alcohol echandose una carrera en la autopista que lleva a mi corazón. A doscientos por hora, directo para estrellarte.
Te echo de menos a muerte, tan fuerte. Otra persona sin ti.
Te busco entre la multitud. Voy fuera de mis niveles de visión normal. Todos me parecen tú. Yo quiero que todos sean tú y no parece haber manera. Estás en la boca de todos, igual literalmente. No sé qué pensar si no es contigo.
Me nubla el pensamiento el alcohol. Igual solo es mi estúpido deseo febril de verte, igual son las confesiones de una persona inmune al amor, pero no vacunada contra él. Igual te has colado hasta por la nariz y te respiro sin esfuerzo cada vez que aspiro.
Si te dibujo más fuerte te hago realidad. Si te pienso más rápido me corres entera. No me libro de ti ni leyendo todas las páginas, ni buscandote en el fin.
Estabas ahí, con los brazos abiertos y todo dispuesto para mí. Solo tenia que dejarme caer...
Me hubiera hundido en el Titanic por ti. Me hubiera hundido en ti.
Que sí, que sí, que todo es por ti. Hasta cuando te pienso en bajito me ametrallas a gritos.
Tan fuerte. A muerte.
jueves, 27 de abril de 2017
Como que estoy rota sin ti
martes, 25 de abril de 2017
La niña con miedo a ser mujer
La niña miró, sin saber.
Cuando por fin comprendió, la "mujer" se acercó, sin miedo.
Obvió el temblor de rodillas y se acercó, con las palmas sudorosas, las pupilas dilatadas y tres o cuatro gallos en la voz.
No pudo más que susurrar, aunque no hicieron falta las palabras.
Se comieron todas las ausencias en un suspiro que duró un latido de corazón. Se habían coordinado hasta el punto de latir con fuerza, con rabia.
Su cintura parecía un circuito de carreras, pero esta vez tomó la curva sin miedo a estrellarse, a doscientos por hora y sin mirar el retrovisor. Le pareció ver una luz al final del tunel, y una voz que susurraba su nombre.
Se sintió poderosa al instante y retomó el tacto suave de sus yemas al recorrer las líneas invisibles de su cuerpo. Pego su sonrisa a su espalda y sintió el ardor inundarlo todo.
Estaba perdida.
Rodeó despacio sus caderas, cerrando los ojos y controlando su respiración. Sintió la primera arritmia.
La respondía como si proyectara sus movimientos en un espejo. Esperó paciente a que siguiera. Esperó.
Sentía el vello erizado en su piel y una sensación de prohibido que tenía un gusto especial.
Se había detenido ahora por completo, esperando a que siguiera con su festín particular. La electricidad que vivían, en un espacio tan reducido, podría haber iluminado una ciudad entera -pensó.
Su mente bullía deprisa, quemando el carrete de película que esperaba a continuación. Siguieron las acometidas en formato caricia en un sin fin de respiraciones entrecortadas, llevándose las inseguridades al otro lado de la habitación.
Se llenaron. Se saciaron. Se sonrieron.
La 'mujer' se sintió ahora más niña y más plena, y desapareció la primera cana (y la primera arruga) dando paso a la primera risa en mucho tiempo. Se abrazó por dentro y apretó muy fuerte para no dejar salir esa sensación nunca.
domingo, 16 de abril de 2017
De corcho
Es como si de repente me hicieran vacío entre el hueco del pecho y el estómago y me hiciera una bolita. Estoy bien así, conmigo, pero mi mente viaja rápido y está en otras manos, entre otros brazos y ahí reconozco el bienestar (que no es lo mismo que estar bien).
Entonces imagino el daño que aún no me has hecho y las ilusiones (que aún no has sembrado) destrozadas, las rutinas rotas y las noches en vela. Y entonces comprendo, incluso antes de empezar a quererte como tú quieres que lo haga (y como yo me muero de ganas de hacer) que nunca sabré ser las estrellas para la luna, la anchoa para la aceituna o el Madrid para la Champions.
Si cierro los ojos imagino todo lo que haríamos y el presente me parece lejano y una invención pasada de algo que abrió las puertas a un 'nosotros'.
Pero no me malinterpretes, si dueles es porque me he imaginado tan feliz que me ha dado vértigo. He querido volar tan alto que al coger carrerilla el impulso me ha dado un vuelco y me ha dejado ahí arriba, esperando a que los 'bomberos' me bajen.
Estando ahí arriba es donde lo he comprendido todo. Lo he visto con perspectiva. Como dice Risto, tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad, pero nuestro magnetismo ha creado un nuevo microuniverso y sentirse 'de otra órbita' me parece lo más afin al nuevo estado en mi corazón.
No, no estoy dormida, ni en el cine ni ocupada.
Estoy encorchando el vino de mi corazón para que con los años, se haga de la mejor reserva del mundo.
No, no estoy preparada (y aunque me temo que nunca lo estaré), no tengo fuerzas para soportar el desastre que traerás contgo.
El ciclón dio paso a la tormenta pero al final salió el arcoiris.
martes, 11 de abril de 2017
Mi mañana
A mí lo que me da envidia no es lo que hacen, es que puedan soportar vivir haciéndolo. Habiendo tomado el riesgo de que 'eso' no les guste a los que están a su alrededor (sus pilares) y puedan sentirse desplazados. No asumo que les de igual, pero presupongo (y probablemente no me equivoco) que son personas valientes que se han plantado de pie y no piensan arrodillarse.
Eso es lo que admiro tan embelesadamente. Que no tengan que esconderse de lo que les gusta, que puedan vivir de lo que disfrutan. Algo que para otra persona podría ser un tormento, otros lo exponen incluso a riesgo de quedarse solos.
Es verdad, quien no arriesga no gana (pero tampoco pierde).
La mayoría de veces hacen cosas que te parecen sencillas cuando las ves, sentado en el sofá de tu casa, pero la magia es precisamente esa. Parece fácil y al alcance de tu mano, pero no lo es. Parece fácil porque está bien hecho, porque la manera de acercarlo al público es sublime y tan exquisita que sí, incluso piensas que tú también podrías. Pero no, no es así (al menos no de la manera que ellos lo hacen).
Sin embargo, incluso pudiendo ser tachada como una hipocrita, me reafirmo en lo mismo: yo sí podría hacer eso que admiro de la gente que sigo. Porque en alguna parte de mí -que no dejo salir- lo siento puro y verdadero, pero no, no es hoy ni ahora. El día que el corazón ruja de verdad el sonido será tan estridente que todo lo que habías escuchado antes te parecerá mentira. Porque lo es.
No traigo la verdad porque solo doy paso a la mentira cada vez que me levanto, solo digo que el día que encuentre esa fuerza vital y me envalentone, mejor quieras estar preparado y te eches a un lado.
Lo mejor está por venir, no está pasando.
lunes, 10 de abril de 2017
Inspiraciones
Aspiró.
La vida le pareció sencilla y frágil en ese momento, como si pudiera encerrarlo todo con el puño de su mano. Lo bueno y lo malo.
Vivía con distinta intensidad los acontecimientos que antaño le habían reportado una felicidad plena, y aunque ahora entendía el por qué, el tiempo había hecho mella y había astillado el bosque de sus pensamientos. Nada parecía igual. Se veía lejano, sintiéndose una extraña en su vida, como si no le perteneciera.
A veces llegaba a aislarse tanto que su burbuja espacio temporal la llevaba a otra época y otra forma de vivir, y cuando despertaba del sueño, todo a su alrededor parecía estar en otra dimensión.
La gente que la rodeaba a veces parecía atravesarla, como si en vez de hablar con ella lo hicieran con alguien que estaba detrás, alguien que sí se sentía como ellos. Parecía habitar un cuerpo que no terminaba de conectar con la red neuronal que la ataba a ese juego dimensional.
Todo le parecía laxo, como muerto. Se sentía atada por su entorno y a menudo imaginaba lo que haría a esa hora, las 3:05 am si se encontrase en otra situación y con otras personas. La tentación era grande, pero sabía que al final se cansaría del riesgo, de la inexactitud de vivir hasta quemarse, y volvería avergonzada a pedir perdón a una rutina muda y ciega.
Ella seguía ahí, en la mitad justa de dos mundos a los que no terminaba de pertencer: por un lado se sentía cuerda, sencilla y de costumbres mundanas, pero cuando dejaba libre su imaginación volaba literalmente para liberarse de todas las ataduras del mundo exterior. Era como un niño que quiere salir a jugar constantemente. Lo hace, pero se cae y llora, y vuelve corriendo a que le sanen las heridas. Cuando se recupera, vuelve a jugar y por ende, a lastimarse las rodillas.
Asumo que algo así es lo que le pasaba a ella, pero en vez de caerse, se rompía emocionalmente. Ansiaba sentir el vértigo que te acorrala y te hace sentir viva, pero cuando lo tenía, no sentía que se lo mereciera y lo dejaba ir, corriendo en dirección contraria y sin echar la vista atrás por si la seguía.
Era una cobarde. No sabía afrontar y ser consecuente a lo que anhelaba. Su niña interior quería salir a jugar, pero ella cerraba los ojos y la ataba para que no pudiera, haciendo sangre de una herida que no terminaba por llegar.
Expiró.
Una ducha mucho más emocional
Se dio cuenta de todas las mentiras que se había estado haciendo cuando salió de la ducha aquella noche. No estaba sola, pero si cerraba los ojos se veía desdoblada en un ente con el que podía entablar conversación. Así se descubrió a ella misma y por una vez en la vida se entendió, como si aprendiera de nuevo a hablar.
Sus pensamientos, lejos de ser difusos, eran más claros ahora. Todo tenía sentido. Recordó las anécdotas más extrañas que habían hecho elegir su forma de esconderse ante el problema. Es verdad, tenía un problema. Se sentiada emocionada porque al fin había conseguido descifrarlo. Su cabeza bombeaba con fuerza nuevas formas de ponerle solución, y todas morían cuando apenas habían nacido.
Se sentía poderosa y orgullosa de conocer el mecanismo tan complejo que formaba. No entendía qué había podido pasar para detonar aquella verdad. Suponía que ducharse era de lejos la mejor manera de solucionar su vida en 10 minutos. Cuando caía el chorro de agua caliente se prometía que cambiaria muchos aspectos negativos en su vida, pero al cerrar el grifo y salir afuera, tal como sucede en la vida, el frío la dejaba paralizada y perdía toda esperanza de conseguir sus objetivos.
Empezó a hablar en voz alta cuando estaba sola como si su interlocutor estuviera de cuerpo presente, y se acostumbró al profundo silencio que rebosaba a su alrededor como única respuesta a sus preguntas.
La obsesión creció al término de semana y se expandió de su cabeza a su corazón, como un tumor que sufre metástasis.
Valoró tratarlo con quimio y radio, pero se dio cuenta de que si lo hacía, también mataría todo lo bueno que le quedaba (y ese era un precio que no estaba dispuesta a pagar).
Al final, como sucede con la mayoría de los problemas que se hospedan como bandalos y ocupas en nuestra cabeza, decidió ignorarlo y hacer como si no estuviera.
De hecho, actuaba contradictoriamente a aquello que valientemente había prometido hacer en la ducha. Ahora todo se había empañado y ya no le parecia una cosa tan genial sentirse diferente.
Añoraba lo mundano de la gente a su alrededor y pronto se fue marchitando, dejando que su primavera no conociera el sol y el calor. Sentía un invierno siberiano en la piel, acompañado con un vacío negro que no se dejaba asímisma llenar.
Se empezaba a cansar de negarse una realidad que sufría a diario y empezó a pensar otra vez en revelarse, pero sin más fuerzas que la negativa precedente que escuchaba sin ni siquiera preguntar.
Se sentia hostil, como si no perteneciera realmente al sitio en el que estaba. No encontraba hogar para los pedacitos que la habían debastado, y cualquier atisbo de felicidad compartida a su alrededor se sentía como un recordatorio de la barrera. Quiso derribarla entonces a puñetazos y patadas, pero se sentía impotente. Era increíble la manera en el que el destino estaba jugándosela, y sobre todo, la impasibidad que no podía vencer.
Se encontraba más que nunca en un coma emocional y solo despertaba un par de minutos al día para comprobar que seguía ausente de la realidad de marionetas que seguía construyéndose alrededor.
Triste y ya no con tanta fuerza quiso abandonar, pero tampoco podía. Quiso mezclarse entre la gente y evitar llamar la atención. Dolía de una forma suave y dulzona al principio, y pronto descubrió que si no hondaba en esos pensamientos no terminaban por derrotarla. Solo se sentía con ganas de luchar cuando no se presentaban más alternativas que hacerlo, y reprimia cada impulso por sacar su ente combativa y revolucionaria.
Aunque aún no había entendido bien el proceso del cambio, se vio de repente a si misma en un espejo, cinco más vieja y rozando con sus manos la puerta de la felicidad. No quiso acabar de ponerle rostro, pero no, ya no estaba sola.