domingo, 22 de febrero de 2015

Sensaciones bonitas de verano.

Verano en los labios, brisa en las zapatillas, tirantes y gafas de sol. Mucho sol. Su luz lo llena todo, y su risa también.
Padel a las seis, piscina a las 7, risas en la playa. Arena mojada en las plantas, cosquillas en la espalda. Noches y madrugadas de peli, pipas barbacoa y helados. Noches de vecinos guapos, muy guapos.

Palas a las 12, paseos hasta y media, lecturas rápidas, sonidos que envuelven. El fluir de las olas. Un chapuzón, jugar con una ola que te hace saltar. Miradas a lo lejos, indiscretas.

Paseos y chiringuitos por la noche. Reír, hablar, respirar fuerte. No hay contaminación, aquí no llega.

Paseos en bicicleta antes de que el sol queme, llegar exhaustos al final de la cuesta y ver el mar. Y el horizonte. Recoger la última gota del esfuerzo bajo el casco, saberte sana. Beber agua y encontrar la gloria. Descender con el viento en la cara. Coger velocidad... Libertad en los pedales. Reír, vivir.

Dormir diez horas seguidas, dormir la siesta. Ver la tele, comer mucho y bien. Comer melón y refrescarte, hacerte un moño y abanicarte. Reír otra vez, sin preocuparse.

Leer en la terraza y escuchar el viento levantar las olas. La marea que sube y baja, el vaivén inquieto de las olas. Ese niño que hace un castillo sin coronarlo, esa niña que se envuelve de arena y se desdibuja en la sombra.

Correr en chanclas y toalla, con el bikini mojado y con la piel de gallina. Correr hacia la ducha con el pelo recogido.
Peinarte con Pereza en el altavoz. Cantar con Melendi...

Hablarte a todas horas y leerte con una sonrisa. Echarte de menos...

Sensaciones bonitas de verano.

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