miércoles, 28 de diciembre de 2016

No hay por qué.

Qué es exactamente lo que nos mueve.

Yo me he preguntado más veces de las que me gustaría admitir el por qué de levantarme, desayunar, comer, quizá establecer ciertas relaciones sociales y luego dormir.
Muchos días los cuento como el tiempo que pasa entre que salgo de la cama y vuelvo a entrar, y en innumerables ocasiones ni siquiera da tiempo a airear las sábanas.
Hay días en los que tu existencia parece no tener sentido alguno y todo se tambalea. Y todo es absolutamente todo: tu núcleo familiar parece dar por obvia tu presencia, tu mejor amigo se olvida de preguntar, tus conocidos ni siquiera saludan y los extraños parecen marcianos. El universo conspira contra tu persona y ni siquiera eres capaz de dar una buena razón por la cual decir "tengo un mal día".
Si lo piensas unos minutos, contestar "bien" a un "qué tal" es la cosa más normal del mundo; pero al menos yo, en un 80% de las veces o así lo siento en este momento, diría "no sé". Así, sin un por qué y sin ninguna necesidad de argumentarlo. No sé cómo estoy ni siento que tenga que saberlo. Estoy, respiro y vivo como acción general.
No es algo por lo que estar triste o algo por lo que pensar más de la cuenta. Simplemente creo que deberíamos permitirnos ser mundanos un par de veces a la semana para poder sentirnos increíbles en los "días buenos".
En serio, existe la tonalidad gris en cuanto a estado de ánimo se refiere, y no es un drama o algo que necesite una solución.
Mi vida, tal como la entiendo yo, es a veces puro trámite y mera burocracia con lo que sea que mueve el mundo. Días de relleno, para tacharlos en el calendario o para hacer una cuenta atrás.
No todo tiene un 'por qué' y no pasa nada. Ese es el asunto la mayoría de veces. Se empeña en suceder, mover las agujas del reloj sin pedirte que disfrutes cada momento como si fuera el último. No lo hace, sabe que conlleva un esfuerzo físico y mental que requiere un tiempo de reposo.
Todo lo que importa de verdad cuando volvemos a abrir los ojos requiere una pausa y un respiro. Los "domingos de la vida" son los momentos que te autoconcedes para recapitular tu día a día.
No todos los días cuentan.
A veces hay que decir "no" para no romper la expectativa del "sí".

Y esto es simplemente la mejor metáfora que encuentro para referirse a las relaciones con la gente. Es todo un eufemismo: hay personas que te dan pereza un día y al otro no; y a hay personas de las que necesitas un descanso porque crees que merece la pena mantenerlas.
Estoy en un descanso maravilloso y en este momento no quiero que nadie lo interrumpa.
Creo locamente que también el resto del mundo merece un descanso. Hay que existir flojito para poder pisar fuerte mañana, pasado y al otro.
Existir necesita de cerrar los ojos y descnasar pero sobre todo, de la soledad.
No te preguntes por qué.

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