viernes, 25 de noviembre de 2016

De refilón.

¿Sabes eso de que de pronto ves a esa persona que llevabas tiempo evitando pero que se te habia olvidado últimamente hacer, y se te cruza y te mueres?
Y no puedes huir o irte porque ha significado algo, está ahí y te está mirando con la ternura de antaño. Y de repente se gira y ves una mancha en su cuello y te acuerdas. Te acuerdas de por qué ya no le quieres ver a menudo o por qué te estás muriendo ahora. De pena, de rabia, de ganas... o de todo un poco.
Eliges no elegir(le) y que no esté en tu diana de puntería porque en caso de que lo esté el tiro al blanco puede ser devastador.
Y en el segundo que dura una mirada te montas cinco peliculas nominadas a premio por efectos especiales que acaban contigo entre sus brazos. No hay otro fin que sea posible para tu cabeza porque aún no te lo has sacado de ahí.
Puedes ignorarlo o puedes hacer como si no pasara nada o no existiera, pero sí que pasa. Pasa mucho. Y aún pasa más por lo que no ha pasado. Por lo que hubieras querido que pasara.
Y entonces piensas que tú estás bien ahora tal cual estás, sin agobiarte por nadie y sin sacrificios. Hasta que estás sola un instante y el mundo grita en silencio contra tu sien. Absolutamente todo se te derrumba y el derrame es frenético, como poco.
Pero estoy bien, viendote de refilón las marcas de otras y las sonrisas vacías que un día yo llené. Estoy bien porque ahora quizá trato de asumirte, pensandote a gritos mientras lees en la cafetería, y no esperando a que tu recuerdo se volatilice y deje de supurar.
Mi autocontrol está en el límite con pie y medio en el abismo. Este miedo a las alturas me viene grande y por si no estoy mañana, que sepas que el miedo pudo a las ganas y que el tiempo pondrá la tirita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario