martes, 29 de agosto de 2017

Lo que me gusta

Me gusta Madrid por la noche. Pasear sin prisa por llegar a casa, escuchar el rumor de la gente y el barullo de las terrazas. La diversidad de los que las habitan.

Me gusta tirarme en la cama y poner música en el móvil sin hacer nada más. Quedarme pensando sólo en lo que dicen, contar el tiempo en canciones.

Me gusta leer antes de irme a dormir pero siempre acabar el capítulo, para llegar a las líneas finales que lo cierran y poder saborear toda la incertidumbre en las pupilas.

Me gusta cuando hace calor, sales con manga corta y el Sol te dora y calienta la piel. La sensación de calidez y de luz me llena.

Me gusta visitar parques de ciudades grandes, más que un pulmón el símil es a un corazón. La vegetación late por cada persona que lo habita. Un olor a cada paso. Un camino diferente en cada elección.

Me gusta que la gente llegue antes que yo cuando hago planes. Salir del metro y ver la cara ausente de quien espera con un casco puesto.

Me gusta la gente leal, inteligente, fuerte y resolutiva. Para cualquier cosa y en cualquier momento. Son gente sencilla de tratar. Me aborrece la gente pedante, cotilla, que siempre es víctima y que solo sabe hablar de sí misma. Son gente débil, como si fuera una bomba deseando explotar cerca de ti.

Me gusta la soledad que me permite hacer las cosas que me llenan. La compañía constante me cohibe y me impide a veces expresarme con toda mi plenitud.

Me gusta mirar las tortugas y perder el hilo de mis pensamientos mientras lo hago. Como si pudiera contactar con ellas mentalmente. Es un remanso de paz y conexión especial.

Me gusta el café caliente en invierno y helado en verano. Como si fueran dos bebidas distintas. Siempre le dan sentido al "un café contigo ha sido siempre mi remedio. Simple apología a lo sencillo."

Me gusta ganar en todo lo que hago. Incluso cuando no compito. Incluso cuando es una tontería.

Me gusta experimentar a posteriori el cansacio de correr hasta tener flato, descansar, andar, volver a correr. Parar y repetir. Poner al límite mi esfuerzo, cansar los músculos, vencer el continuo "no me gusta, no me apetece, no puedo más".

Me gusta la sensación de pertenecer a algo más grande que mi persona, ser parte de un grupo; sea el que sea. Me hace sentir comprendida. Me gusta la unión, el concepto de unidad y de sacrificio.

Me gusta la disciplina, las normas. En cierta medida me gusta la comodidad y las facilidades que ofrecen. Que sea igualitario para todos los que las cumplen. Me gusta esa seguridad que te brindan. Aunque, para ser precisos, a veces me gusta aún más traspasar un poquito la legalidad de las mismas y sentir la adrenalina en las venas.

Me gusta la gente apasionada, rigurosa y comprometida con algún aspecto de su vida. Me inspira de una forma particularmente positiva. Como si fuera fácil lo que hacen y yo pudiera plantearme hacer lo que me gusta.

Me gusta sorprenderme a mí misma logrando un objetivo antes del plazo que me había dado para hacerlo. Como si fuera la primera y última persona capaz de hacer algo así.

Me gustan las personas pacientes, dedicadas, que ponen todo su empeño en conseguir sus metas. Que protegen lo suyo por encima de cualquier otro bien.

Y yo queria escribir de mí, de lo que me gusta. Pero si quiero cerrar este capítulo de mi vida tengo que incluirte. Me gusta que me gustes sin que nadie sepa que lo hago. Aunque no esté bien. Sí, definitivamente eso me gusta.

lunes, 21 de agosto de 2017

Aunque tú no lo sepas

Sé que no me vas a entender.
Sé que piensas que nunca pasa, pero a veces ocurre.
Llega ese mensaje por el que miras el móvil de reojo cuando no te habla nadie. Llega y no te lo crees.
El nerviosismo, las dudas, el contestar tarde, releerlo.
Pasan dos minutos y la alegría pasa al estómago, que se enfurece. Sabía que esto podría pasar pero no hay nada que te puedas tomar que sirva para combatirlo. Siempre hay alguien por quien pierdes todas las batallas, incluso aquellas a las que no vas.
Requiere toda tu atención, y aunque esa persona no lo sabe, el mundo se reduce a una pantallita de móvil, a un teclado y al maravilloso y absurdo intento de poner algo de ingenio y amor propio en un solo mensaje.
Pero tu mensaje es una foto. Sales sonriendo y guiñando un ojo a cámara. Y yo imagino los tres libros que ya te habría escrito de mirar la foto tres veces. Pero tú eso no lo sabes, claro.
Y esa pantallita de móvil vibra casi al instante otra vez. No pierdes la atención para que yo no pierda la mia.
Siento esa fuerza imparable que te dice a voces que es esa persona, que no te has equivocado, que a veces esperar es en apariencia algo más.
Y es absurdo como puede quedarse toda tu atención en algo tan abstracto como una línea de red y un mensaje. Piensas en cómo verían de lejos esto la gente de los años 50.
Y entiendo que ellos no lo entiendan, porque ni yo misma entiendo cómo puedes removerme tantas cosas con un guiño y una sonrisa si estás al otro lado del charco.
No quiero entenderlo porque por cada diez pasos que me alejo de ti, basta con medio tuyo para que vuelva a desandarlos otra vez.
Supongo que no puedo hacer más de lo que hago por resistir estas ganas de decirte que ya te echo de menos, como antes. Y que además, no he hecho planes para dejar de hacerlo.
Claro que eras para tanto

miércoles, 9 de agosto de 2017

De camino a casa

Voy en el coche y el motor ronronea entre las calles de Madrid. Cruzamos Plaza España y Príncipe Pío en un suspiro, un descenso incesable por donde circulan los demás vehículos sin darse cuenta que vamos al lado. La ruta es suave y las ruedas parecen acariciar el asfalto, la noche, que no es estrellada, refleja a veces en las farolas los restos de un día que toca a su fin.
La luna, llena sobre el cielo no tan azul, se ve más brillante que el Sol, más cerca. Sonrío al imaginar que estamos viendo el mismo astro desde la otra punta de Madrid. Que quizá tu has salido a tirar la basura y te has fijado, y aunque sé que no es así, te has acordado de la noche que caminamos Retiro abajo deseando verla llena otra vez. La luna, y ahora lo que queda de lo que fue.
La música llena el espacio y desde mi asiento de copiloto la subo y empiezo a cantar. Miro relajada por la ventanilla como si fuera la primera vez que veo el arcén, los edificios y las casas al fondo.
Me fijo en los carteles y todos los destinos que marcan e intento imaginarme en todos ellos, haciendo escala en los moteles iluminados y las vías de acceso (y de escape, quiero pensar).
Me noto distanciada de todo lo demás, deseando que el viaje se prolongue unos minutos más, que esta sensación me acompañe al menos tres canciones de vuelta.
Aeropuerto, T1 llegadas. Cojo el teléfono y llamo. Contestador. Llamo otra vez. Hablamos. No estoy nerviosa, solo quiero verte salir por la puerta del parking arrastrando tu maleta, con la cara quemadita y el sombrero en la cabeza. Levanto la barbilla y las sonrisas se encuentran, la tuya aterriza provocando todas las ganas de repente.
Hace frío en la calle. Agosto en el corazón pero invierno en la piel. Subes al coche y volvemos. Hablamos como si no llevaras días fuera y sé que aunque no me interesara lo que cuentas te escucharía igual. Sé, mientras suena una canción que me pone aún mas blandita, que el miedo que sientes de pensar que alguien se ha vuelto un extraño pasa, igual que pasa el echarte de menos en mis planes; hablarle de ti a los extraños, y hacer como que estás ahí a cada instante.
Y cuando ya estamos llegando suena de pronto y por primera vez en años, Alex Ubago. Te bajas del coche ignorando la magia del momento y siento que se me activa un interruptor dentro. Mis emociones están de vuelta y escucho prender los fuegos artificiales.
Mi corazoncito y la coraza lo celebran como una fiesta, y entre que vuelves a entrar, me da tiempo a poner solución a cuatro guerras mundiales.
Echar de menos duele el primer día y se acopla el segundo. El tercero hace cosquillas y el cuarto es negación. En el quinto duerme, pero al final de semana se despierta con cuatro besos y tres risas.
Estás aquí, conmigo.

domingo, 6 de agosto de 2017

Declaración de intenciones

A veces me pasa que pienso en alguien y justo me escribe, o entro en Instagram y veo que acaba de colgar una foto. A veces sueño con alguien y al despertar tengo un mensaje suyo, y a veces, pero solo a veces, esa persona también ha soñado conmigo.
A veces me pasa que pienso en una canción que me encanta pero que hace mucho tiempo que no escucho y justo, enciendo la radio y está sonando. Y me permito tres segundos de esa melodía sonreír como una idiota por esa casualidad.
A veces me pasa que dejo de ver a alguien un año y después en tres días nos vemos todo el rato. Y no me sale qué decir para explicármelo.
A veces me pasa que el día encadena una serie de malas noticias que me parece completamente inverosímil que no haya llegado la noche para poder dormir y olvidarlo.
A veces me pasa que me apetece mucho cenar patatas fritas, pero muchísimo, y cuando llego a casa después de todo el día en la Universidad están ahí, esperando en mi plato.
A veces me pasa que tengo que hacer tres transbordos y el metro se me escapa en las narices en todos ellos. Siempre me toca esperar y nunca me quiero volver a subir.
A veces me pasa que me gusta mucho una persona que sé que nunca se va a fijar en mí, y es justo eso lo que a veces me gusta. No el imposible, sino el hecho de seguir creyendo que puedo enamorarme sin saber sobre seguro que va a ser recíproco. Y solo una de cada mil veces que pasa, me da igual que no lo sea.
A veces puedo tumbarme en mi cama, concentrarme mucho y ser capaz de escuchar el vaivén del mar e incluso sentir el viento rozando mi cara con sabor a sal.
A veces me pasa que pienso en todas las cosas que quiero hacer y me doy cuenta de que necesitaria un par de vidas más para conseguirlas. Y llega un día en el que no me levanto de mal humor y consigo hacer la mitad de esa lista antes de volverme a dormir.  Y eso es lo que más me gusta de mí.

A veces me pasa que pienso en todas las pequeñas casualidades que se cuelan en mi día a día, perturban mi rutina y me hacen parar el ritmo.
Y bueno, sobra decir que algunas de esas casualidades tienen nombre y apellidos.