Es de esas noches.
Lo he vuelto a hacer, pensar.
En ti como idea abstracta y en ti como todos los planes que mi mente reserva para los dos.
En faltar a una promesa, hablarte y mandar la poca salud mental que me queda a la mierda. Y si me pierdo por quererte, me da igual. Total, me estoy perdiendo absurdamente por no hablarte y no decirte las ganas que tengo de volver a una rutina contigo. Es verte en foto y echarme a temblar. No vale la pena mentirme sobre el daño que me puedes hacer. Está hecho.
En lo vivido y en lo efímero que resulta cuando ves el ojo de la tormenta a quinientos kilómetros y no desde el epicentro. Últimamente, mis terremotos arrasan con todo.
En lo que me da miedo a vivir, y esto sí que me quita el sueño. O me lo da, según se mire. Soñar prohibiendo una realidad que se expande por cada poro de mi piel y que duele como mil cristales que penetran sin dudar. Y mi piel no resiste las embestidas, en algún momento la pared va a ceder y va a salir la verdadera realidad, la única. Ningún tabú y ninguna persona va a poder retenerme las ideas con las manos y al final me voy a escapar y me voy a perder entre las olas.
En la necesidad imperante de ver, tocar, sentir y vivir lo que hace poco empecé. Es mi momento, esta vez sí, no quiero ni puedo perderlo.
En mandar a la mierda a todas las personas comodín que se empeñan en llenar un vacío que no puede saciarse.
Sólo yo puedo.
En liberarme de todas las emociones que he estado reteniendo, esforzándome porque no salieran para que a mi alrededor, la vida siguiera igual para todo el mundo.
Pero nada es igual, o quizá soy yo, que estoy sumida en un permanente y perpetuo cambio y no puedo anclarme a un sitio, una persona, un recuerdo o una emoción.
Necesito vivirlo todo y que el tren de altibajos no pare de subir y bajar, que no frene, que no se vuelva constante y aburrido, que no termine nunca, que no me prive de hacer todas las locuras que me faltan.
En dejar de soñar despierta todas las cosas que no pueden conseguirse, para así aliviar mis demonios y suspirar en paz que soy todo lo que tengo y lo que quiero, y que nada ni nadie va a conseguir convencerme de lo contrario.
Lo mismo de siempre, no voy a esperar a que aparezca la persona indicada en el momento justo para protegerme de la hostia contra el suelo, y desde luego, si ha de ser así, que me pille en bragas, con coleta y sin vestir, porque estoy hasta los ovarios de esperar como la vida tiene que tomar parte a mi alrededor.
Que le jodan.
lunes, 15 de agosto de 2016
Que le jodan.
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