Me entregué sin miedo, con la prisa de quien se enamora cada día en cada palabra. Cada vez que me robabas el aliento corriendo para coger el metro o dejando que pasaran, me colaba aún más. Sin precauciones, sin importar que algún día esa rutina solo fueran recuerdos.
Te enamoras de los recuerdos cuando el presente se hace añicos. Y ahora ya no coincidimos, pero yo sigo mirando entre la gente para ver si te veo, de pie frente al vagón.
Recuerdo la risa entre las paradas y el regusto de saber que me estabas calando y que me estaba dejando. Lo hacías tan bien...
Yo habría hecho tres transbordos en dirección contraria con tal de verte ahí, esperando con la cabeza torcida, la mirada perdida y la sonrisa siempre a punto. Me apuntaste, me dejé disparar y aún me estoy desangrado; poco a poco, sin tapar la herida para algún día dejarla de sentir.
Creamos un mundo aislado del nuestro, un mundo al que iba para vivir la intensidad que me aterraba del mío. Me dejabas vivir y sentir algo que no identificaba como propio.
Te abriste en canal mientras me mirabas esperando que lo que yo te dijera pudiera servir para algo. Me maté buscando las respuestas a tus preguntas sin saber que, al final, me dejarías con la palabra en la boca y el corazón ardiendo.
Hablábamos todo el rato sin importar la hora o el por qué. La excusa era deliciosa. Siempre era saber de ti.
El retiro nos aulló entre el barullo de la gente, y sentí que la luna nunca había estado tan cerca como entonces.
No podía entender cómo te habías colado tan adentro, más que nadie. No podía excusarme, y en realidad no quería.
Lo sentía y ya. Me equivoqué dando todo de mí sin un seguro, sin protegerme de ti y de tus idas y venidas.
No puedo culparte más de lo que me culpo a mí por dejar que pasara, no puedo tampoco culparme de que pasara porque yo no lo busqué.
Tú estabas en el momento oportuno y en el lugar exacto para conocerme. Mi vida te necesitaba y, aunque ahora creo que lo sigue haciendo, tú ya no me necesitas a mí. Al menos no como antes.
Yo no quiero dejarte ir porque es dejar una parte de mí que odié y amé a partes iguales en el cajón de los recuerdos.
Y, por mucho que me empeñe, tú no eres un recuerdo. Sigues ahí, lo suficientemente cerca para que al pasar aspire y no quiera espirarte. Lo suficientemente cerca para hacer que me ponga a temblar si me tocas.
Ya no puedo hacer que vuelvas y no sé cómo hacer para irme.
Te quise y te quiero, pero espero de verdad no quererte en mi futuro.
No me merezco sangrarte de esta manera.
domingo, 15 de octubre de 2017
Te quise sin miedos
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Me encanto tu blog guapa!! me quedare como una seguidora mas y te invito visitar mi espacio :)
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