¿Sabes esa sensación de conocer a alguien y pensar que en ese segundo las cosas van a empezar a volar a tu alrededor y van a chocar en cualquier instante?
Pues de repente tú.
El impacto de conocerte.
La caída de mirarte sin poder esconder la vergüenza que me da hacerlo.
Tropezarme cerca, al azar, queriendo.
El mareo, la lágrima de emoción, el corazón como una bomba a punto de estallar.
No saber decirte que no.
Soñar, todo el rato, sobre todo despierta.
Darme por perdida y entender que rememoraré este recuerdo una y otra vez, hasta que en mi mente tenga el suficiente sentido como para cogerte de la mano y dejar que me lleves.
Y después caer. Me duele aún sin proponerme intentarlo. Duele y es algo que no se va a ir. Aunque tú te vayas, la espina de mi cactus no lo va a hacer, pinchando una y otra, y otra vez.
¿Qué puedo hacer? Yo también quiero dejarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario