lunes, 29 de mayo de 2017

No más.

Es imposible escapar de un tsunami que lo arrasa todo a su paso. Es imposible aprender a nadar en otras aguas si cada vez que lo intento la marea sube y las olas me arrastran otra vez a la orilla. En cuanto dejo de intentar flotar me hundes.

Te gusta verme ahí, cerca, aunque no lo suficiente como para que te acerques y me toques.
Te gusta que no me vaya para poder irte tú y volver cuando te canses, sabiendo que voy a estar ahí con mi mar en calma y como si fuera una balsa.
Te gusta que a mi me guste esa reciprocidad que roza todos los límites habidos de locura.
Te gusta que me acerque al peñón más escarpado y la ladera más empinada solo para verte y acercarme. Yo que siempre he tenido miedo a las alturas...
Te gusta dejarme rota y clavarme mentalmente tu ancla en el pecho, para que me acuerde que a donde vaya, llevaré tu arena en mis dedos.

Y lo peor era que a mí me gustaba todo esto y casi me gustaba el daño que me hacías sentir solo porque me hacía(s) sentir viva. Me hacía(s) sentir cerca y eso me bastaba, pero ya no.
No más.

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