Atravesamos cinco galaxias en una mirada, todos los planetas explotaron y el polvo cósmico que dejaron nos cubrió hasta las orejas.
Mi luna orbitó tan cerca que se creyó planeta, mi constelación de estrellas brilló por última vez y mis asteroides se volvieron locos sin saber sobre quién girar. Por primera vez en años, todo quedó en silencio. Después de que implosionara todo, el cielo se quedó negro y frío.
No fue el big bang lo que sucedió aquella noche, fuiste tú haciendo saltar todas las sirenas de emergencia de mi corazón; bombardeando a fuego lento hasta el último de mis cuerpos estelares.
El Sol dejó de esconderse y volvió a aparecer, y ya nunca hubo oscuridad.
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