viernes, 8 de abril de 2016

Tic, tac.

La necesidad de sentir más fuerte, más rápido. Más intenso. Más duradero. Más. Mucho más.
Tener una "hermosa taquicardia" y que el corazón lata más rápido, bombee más sangre de lo normal. Arritmias que creen canciones. Canciones que bailen al compás. Compás que sepa dibujar la línea exacta de mis pasos hacia tus brazos. Brazos que rodeen y escalen murallas. Murallas que caigan frente a una mirada. Y es que si me miras... Un minuto más de lo necesario para saber que, sí, las paralelas infinitas han encontrado el camino perfecto para converger por fin. Y no saber si el camino era el destino, o el destino era coger ese camino.
Y que no importe la hora, el día o cualquier sucesión espacio-temporal que no sea el instante presente y contigo. Forma verbal del presente plural.
Notar un cosquilleo en los dedos, un escalofrío en la columna. Cerrar los ojos y sonreír.
Reír. Sentir. Vivir.
Llenar los pulmones de aire puro. Expirar suave y guardar la esencia de la vida en un suspiro. Encontrarnos tan cerca como para respirar aire común.
Salivar más de la cuenta. No poder parpadear para no perder ni un segundo, ni un detalle. No dejar de mirar hasta que los ojos duelan.
Tu propio cuerpo lo reconoce. No puedes salir. Has entrado para siempre en el bucle infinito. Ya no podrás escuchar esa canción sin acordarte, leer esas palabras sin pensar en, entrar a un sitio sin seguir los pasos caminados, y sobre todo, ya no será la primera vez que lata por primera vez. La maquinaria se ha puesto en marcha y solo queda la cuenta atrás. Tic tac, o corres o te pilla. Y si te pilla, corre.

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