miércoles, 24 de febrero de 2016

Pequeños momentos.

Despertarse antes de que salga el sol, ver amanecer.
Escuchar el vaivén del mar y que la espuma roce tus pies. Que solo el mar borre tus huellas cuando caminas por la arena, porque cuando lo haces por el corazón de la gente, dejas huellas imborrables.
Perderte en una playa del norte y comer a las seis. Sentirte libre entre el olor a salitre.
Poner música, beber, hablar, reír, callar, tumbarte, mirar las estrellas. Saltar, un beso, dos, tres, cuatro. Reír. Rodearte de personas que te hacen sentir vivo. Reír. Sonreír.
Ponerte la equipación de un equipo de barrio, jugar una liga municipal. Sentirte como si jugaras la Champions. Hacer un pase de gol. Cortar un contragolpe. Los gritos de la grada de ánimo. Escuchar tu nombre entre piropos. La alegría de correr con el balón. El abrazo del gol. La risa cómplice cuando han salido tres paredes y el tiro se ha ido al palo. Una falta que esquivas y un silbido de gusto que se le escapa, otra vez, a la grada.
Llegar después de haber corrido como si no hubiera un mañana y que en la mesa esté preparada la cena de los campeones. Una madre que se preocupa. Un padre que "te lleva al fútbol cada domingo."
Saltar en un concierto y que la música sustituya al aire de tus pulmones y sea quien les haga vibrar. Conocer a tu grupo favorito y que recuerden tu nombre. Que sonrían ellos más que tú en la foto. Gritar hasta quedarte, literalmente, sin voz.
Que te acaricien como si te quisieran para toda la vida, que te quieran como si fueran a quedarse toda la vida.
Una ducha caliente un sábado por la tarde.
Un helado a las dos de la mañana mientras ves el capítulo semanal de tu serie favorita.
Pizza en el salón con una peli bonita y una persona por la que darías todo.
Levantarte, poner la radio y que suene tu canción favorita.
Aprobar sin estudiar.
Comer sin engordar.
Un "te echo de menos", "¿nos vemos hoy?" y tantos mensajes que pueden hacerte la mañana más feliz.
Dormir hasta que te duela el cuerpo. Que la almohada esté fresquita cuando pases la mano por debajo.
Un gol del Madrid.
Un cubata que te libera por un rato de una preocupación.
Llegar a la estación del metro y subirte al andén justo antes de que se vaya de la estación.
No tener que hacer cola en el supermercado.
Que te toque un sorteo absurdo que te saque una sonrisa.
Que suene por la calle música que te arranque las ganas de bailar.
Bailar en una discoteca hasta que te pesen las piernas, y disfrutar cada segundo.
Una mirada que dure mucho más tiempo del que se necesita para ver a alguien.
Sorprender a alguien que te estaba mirando antes de hacerlo tú.
Una sonrisa en la que te querrías bañar.
Una mano que te salve de un día gris.
Sentirte bien contigo mismo.
Encontrar a alguien a quien le puedas decir lo que temes decir en voz alta y que calle tus inseguridades con un "todo va a salir bien".
Un beso en la frente.
Un abrazo largo en el que sientas cada centímetro del cuerpo de la otra persona.

Pequeños detalles que hacen que a veces, la vida sí que pueda ser maravillosa.