sábado, 19 de diciembre de 2015

Un viernes cualquiera.

Salir, beber, el rollo de siempre.
Que se enfaden en casa porque voy muy arreglada, que se me queden mirando en el metro, las tías con desaprobación y los tíos un scaner rápido. Llegar, y que se escapen tres suspiros y cuatro piropos. Llegar, y que te quedes mirándome un segundo más de los que son necesarios para verme. Que te acerques a darme dos besos largos. Que tus manos rocen mi cintura y la desestabilicen. Que cada tres minutos sienta dos ojos y una sonrisa cerca. Saber que cuando me miras así, voy bien.
Que la música taladre mis oídos y te pongas contra mi espalda. Bajar bailando arrítmicamente contra tus costillas. Que te pierdas entre un sin fin de gente que yo también conozco y desde allí fijarme en que te has desabrochado el primer botón de la camisa y que tras las mangas se vislumbran las venas de tus brazos. Que te muerdas el labio mientras bailas, o mientras lo intentas. Que te desabroches otro botón y resoples. Que vayas con una copa en la mano mientras gritas, "quiero entrar, en tu garito con zapatillas, que no me miren mal al pasar" y segundos después te dobles de risa.
Que el dj ponga canciones de Grease y abras los ojos y sonrías pícaro mientras te mueves mejor que Travolta, haciendo el teatrillo con mejores artes escénicas que todos los que te rodean. Reírme fuerte mientras te miro y creerme que en cueros, habrías conquistado también a Sandy.
Que pases de música de los ochenta a "Limbo" con una facilidad pasmosa. Sin saber bailar. Bailando mal pero no sucio.
Barba, camisa, sonrisa.
Que estés despeinado tras moverte entre cinturas ajenas pero que tu tupé siga siendo el punto de inflexión de mis manos. Por lo que no pudo ser.
Acabar bailando reggaeton sin apenas poder mover los pies y notar que te mueves cerca, mientras siempre se pone alguien entre nosotros.
Verte beber la copa y pestañear. Verte mover las caderas y querer juntar las mías. Que mis manos se pierdan en tus hombros y se cierren en tu cuello mientras Melendi canta que "va caminando por la vida".
Que te encares con un tío porque le ha tocado el culo a una amiga tuya, y que la saques de líos cuando se le pegan los desesperados.
Perderte a las cinco de la mañana y estar buscando tu pelo casi rubio y tu mirada casi eléctrica entre la gente.

Lo recuerdo todo porque cuando me dormí, volviste a aparecer en sueños para bailar conmigo todo lo que quería, y querías.