domingo, 1 de noviembre de 2015

Ilusión.

Siempre he pensado que la ilusión lo es todo en esta vida. Incluso por encima del amor, porque en términos muy generales éste es una forma de expresar cuándo tienes ilusión por vivir experiencias con otras personas.
Quizá sea por el hecho de que no puedes reprimirla lo que la hace tan particularmente especial. Reprimir un sentimiento tan grande y tan abstracto sería como tratar de contener el agua del mar en una botella de medio litro. Solo entraría una parte tan ínfima que no podría representar la grandiosidad de este. Del mismo modo ocurre con la ilusión.
Cada gota de agua de mar es como cada pensamiento que se mueve de una neurona a otra, te impulsa a creer en unas posibilidades x alimentadas con una ilusión y. Tratar de resolver ese sistema te llevaría toda la vida. Sería como tratar de cruzar un océano a nado; lo importante no es la solución, ni en sí el camino, lo importante es lo que llegas a descubrir debido a ese camino. Lo importante es la ilusión que te impulsó a recorrerlo y las consecuencias de haberlo hecho.
Un niño tiene ilusión porque sueña a lo grande. Soñar va dentro de ilusionarse, es como una de las ramas que se bifurcan del tronco. El amor, las ganas, la pasión...
"Quizás morirá el soñador, no mis ganas de soñar" canta Rayden, y no podía tener más razón. No puedes matar la ilusión porque esta no está viva, la llama sólo se ilumina cuando dentro de nosotros sopla el viento suficiente como para no apagarla. Cuando el mar está en calma, el horizonte muestra el techo de nuestros sueños. Justo, no tenemos tope. Es por eso y solo por eso por lo que "si te ahogas en un mar de dudas, sal a flote; 
hasta el flato, hasta que digan plato o el planeta explote. 
No seremos el barco que con el iceberg choque, un tal islote, la misma foto con otro enfoque."
El enfoque que siempre hemos de darle es la ilusión. Cierra los ojos y abre el corazón.